“El sol dibujado en el horizonte y el mar ligeramente ondulado por la brisa del alba. En la arena, una muchacha contempla a su prometido alejarse en una barca. Mar adentro le envuelve el canto de una sirena. Una melodía tentadora, pero el joven pescador sólo piensa en su amada. Ante aquella muestra de amor, la sirena golpea el agua con su cola y el estallido de espuma se convierte en un precioso velo de novia. Al anochecer, el joven pescador regresa y le entrega a su amada aquel maravilloso encaje, una joya surgida del mar y que simboliza la fuerza de su unión. Desde entonces las manos de las encajeras se esfuerzan por reproducir aquella joya surgida del mar”.
El mar inspira muchas leyendas populares relacionadas con el mundo de los encajes como esta del pescador de Burano en el Véneto. Y es que el mar ha estado siempre relacionado con el mundo del encaje. Se trata de nombres de encaje tan sugerentes como Calais, Burano, Camariñas
En estas localidades costeras es donde se hacían los primeros intercambios marítimos de encajes, preciados como joyas en la antigüedad. Es allí, donde pervive aún la tradición del encaje de bolillos a mano y resuena en sus calles el sonido seco de los bolillos.
Gran parte de los motivos de inspiración de los encajes proviene del mundo del mar (algas, corales) que con el tiempo se han estilizado y geometrizado. El “point d’esprit” o plumetti del Ret-fi català, que o encaje de Arenys de Mar en el Maresme, evoca con sutileza la espuma del mar.
Fotos: Genia Valla.
Agradecimientos a Aida Pou, encajera, al Museu d’Arenys de Mar por la documentación y al Espair Far de Vilanova i la Geltrú,